Monday, August 17, 2009

Los Himnos Homéricos. Lesky.

Los himnos homéricos. (Lesky, Historia de la literatura griega).

Un grupo de poemas redactados en hexámetros acerca de los dioses se ha conservado por razón de que estos himnos, atribuidos a Homero, se reunieron en una colección junto con otros atribuidos a Orfeo y con los de Calímaco y Proclo.
La transmisión manuscrita nos presenta 33 de estos Himnos homéricos y en Diodoro 3, 66, 3 encontramos los restos de otro más.
La época y la procedencia de estos poemas son muy variadas. Resulta difícil fechar algunos de ellos por separado y más aún determinar cuándo se realizó la compilación que ha llegado hasta nosotros. Esto puede haber ocurrido en una época bastante tardía y el himno octavo (dedicado a Ares), con sus motivos astrológicos, no podemos concebirlo en una época anterior a la helenística. Pero puede haber sido incorporado a la colección posteriormente.
Con estos himnos atribuidos a Homero nos encontramos por completo dentro de la tradición rapsódica, que refleja una dependencia del lenguaje homérico, la cual se observa hasta en los giros de la frase. Esto también es válido con respecto a la visión del mundo (si bien el margen de variación es mayor).
“El hecho de que se cante en estilo épico ante un público y acerca de temas que son en el fondo ajenos al mundo de la gran poesía heroíca confiere a más de uno de estos poemas un encanto peculiar.”
El círculo al que se dirigía esta poesía subépica podemos imaginarlo a partir de aquellos versos (146 ss.) del himno de Apolo Délico que descubren la afluencia de jonios, con su familia en pleno, a la fiesta de la isla sagrada, así como su manera ruidosa de divertirse y el bello espectáculo de la danza de las doncellas. En la época arcaica y clásica, las fiestas crean un verdadero sentimiento comunitario.
Tucídides nos habla de la gran fiesta délica y hace la más antigua referencia acerca de la más antigua referencia acerca de uno de los himnos, al que llama Prooivmion jApovllono". Este nombre de proemios (Canciones introductorias) aplicado a los himnos también aparece en otras oportunidades, y está de acuerdo con ello el hecho de que a menudo concluyan con una referencia a otra canción; es este el caso del himno a Deméter con su fórmula varias veces repetida. Probablemente es acertada la conclusión que Wolf saca en sus Prolegomena ad Homerum, según la cual estos himnos servían a los rapsodos como introducción a sus recitaciones épicas.
Numerosos testimonios también atribuyen a Homero algunos de estos poemas, o bien una colección de ellos, que no tienen por qué coincidir con la nuestra. Algunos (alejandrinos) dudan sobre tal atribución.
La diferente extensión de los poemas guarda relación con la variedad del contenido de la colección. 4 tienen aproximadamente la longitud de los cantos de la Odisea. El himno a Deméter da comienzo a la serie de los poemas mayores. La historia del rapto de Perséfone, del dolor de Deméter y del reencuentro de madre e hija se halla vinculada al antiquísimo culto de los misterios de Eleusis y este poema puede considerarse como historia sagrada del gran santuario. El himno demuestra un conocimiento directo del culto eleusino y se habrá originado cerca del santuario. Presupone una época en la que Eleusis no perteneciá aún al ámbito ateniense (S.VII).
EL himno a Apolo comienza con la magnífica presentación del dios que avanza tendiendo el arco, ante quien hasta los olímpicos tiemblan. Se sigue la historia con las peregrinaciones de Leto, a quien finalmente la pobre y pequeña isla de Delos se ofrece como el lugar donde nacerán los hermanos radiantes. El dios crece maravillosamente, recorre muchas regiones, pero su amor es la isla que lo vio nacer. El poeta se dirige al coro de doncellas délicas: cuando las interroguen por el cantor que las entusiasma, han de nombrar al ciego de Quíos ( en el ciego de Quíos se veía a Homero). Escena olímpica que muestra al dios de la lira y no al temible arquero. Apolo funda su santuario al pie del Parnaso. Su flecha da muerte a una dragona junto a la fuente próxima. Tomando la figura del delfín, va a procurarse una nave que recorre la antigua ruta comercial que une Creta con Pilos. En Crisa puerto de Delfos, se da a conocer por milagros y convierte a los cretenses en sacerdotes del santuarios del oráculos.
El himno a Hermes relata el nacimiento, las hazañas y travesuras del niño divino. Nos cuenta cómo Hermes forma la primera lira con una tortura, cómo roba los bueyes a su hermano Apolo. Le obsequia la lira para reconciliarse. Después de robar los bueyes, el pequeño Hermes, simulando la mayor inocencia, se ha vuelto a envolver en sus pañales y, al levantarlo el encolerizado Apolo, se defiende con un fuerte rumor natural. Y Apolo lo deja caer. Zeus ríe. “Un humor desenfadado confiere a este himno un encanto peculiar.”
En el himno a Afrodita, Zeus humilla a la diosa, que hasta da que hacer a los Olímpicos, desempeñando el oficio de ella y haciendo que se enamore del bello príncipe pastor Anquises. Promesa del nacimiento de Eneas. Una magnífica escena nos describe cómo la diosa recorre el Monte Ida para ver al amado que se encuentra en la pradera en compañía de otros pastores. Los animales salvajes –lobos, y osos, leones y panteras-la siguen lisonjeros y la diosa excita en ellos el deseo de procrear.
El himno a Dioniso relata como el dios joven y hermoso castiga a los piratas que quisieron raptarlo.

Los restantes himnos se componen de invocaciones cultuales, del elogio al poder, de la indicación de la esfera de acción de las diferentes deidades.

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